jueves, 27 de agosto de 2009

El cesto de mimbre


Un día , allá en el norte y hace miles de años, el sol no salió.
Dicen en el pueblo, que enojado porque no le rezaron, se quedó agazapado tras la montaña.
Ése, fue unos de los días más fríos que puedan ser contados. Más aún cuando llegó la noche y tendió su manto, hasta las lágrimas del sauce lloròn se congelaron.
Una familia que vivía en el monte, para aliviarse, se sentó en rueda frente a unas brasas, y como el frío era tanto entrecruzaron sus brazos, en un gran abrazo. Bajaron sus cabezas y se quedaron dormidos.
El manto de la noche se fue deshilachando, las brasas se apagaron y de tanto que le rezaron, el sol volvió a salir.
Los habitantes del llano subieron a ver a la familia del monte, pues allí el frìo siempre era más intenso.Al entrar a la casa , quedaron sorprendidos, porque sólo hallaron un gigante cesto de mimbre ,cesto de un trenzado, que parecían brazos que se entrechan. Unos niños que iban se asomaron por el borde, encontrando allí, brasas negras y consumidas.
Así es que hoy, cuando las mujeres artesanas de los pueblos milenarios,trabajan en su tejido de mimbre, sus manos son como un fuego que quema todas las penas, cuando en cada vuelta de su trenzado, abrazan tiernamente a la familia desaparecida, áquel día en que el sol, no había alumbrado.