El jazmín ha de resistir ,
sin tí y sin mí.
El duerme su letargo blanco,
mientras la vida corre,
brillante y ajeno,
permanece inmutable.
Desde su fortaleza verde
exhala sus plegarias ,
y su tozuda esperanza,
abraza todas las tardes de enero.
No le importa la ausencia, ni el olvido.
El jazmín no nos echará en falta:
el crecerá, más allá de nosotros.