Habías abierto una ventana,
por donde iban los pájaros,
a abrazarse con el trigo.
Mientras yo guardaba,
como la caracola,
los secretos azules,
me anudaba a este sueño,
incomprensible y puro.
Un jazmín he quebrado,
maldigo,
la soga que ató mis pies ,
cuando quise,
salir a buscarte,
para hablarte del trigo.
Y aunque los mares,
separen los cielos.
Estaré en cualquier calle,
con espigas y rosas.
Tómalas por donde vayas.
Aquí mismo te lo firmo,
que no usaré un mapa,
ni he de pensar mi camino,
adónde el viento lo pida:
ámate en la libertad,
como los niños.
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