el canto del labriego,
acunando al trigo.
El sudor de la madre,
otorgado en rocío.
El principio de las flores,
lo cándido en lo infinito.
Carga sobre sí,
a los hambrientos
y a los desesperados,
y a los desesperados,
En dolor se muestra,
a los arrepentidos.
Su voz de lino se evapora,
desde el fondo del río.
Habla con los niños,
sobre libertad,
y desata en lluvia,
a los oprimidos.
Habla con los niños,
sobre libertad,
y desata en lluvia,
a los oprimidos.
La esencia del árbol,
ha descubierto una tarde,
en que subió silente,
a su refugio tibio.
Abrió las alas,
y en su halo de polvo,
trepó a un cielo,
de celestes manos.
El barro del camino,
siempre ha sido un caminante.
Y cuando el universo llama,
por su nombre al día,
abre sus ojos pardos,
y se mira,
entre manos celestes
allá en los pájaros.
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