Y sí , la tremenda esperanza de que se cumpla, el sueño , la carta enviada desde el corazón hacia la superficie. Los decires del amor y sus fragancias. Son para mí tu pecho, hendido en la luz que acaricia, todos los atardeceres mansos, donde los amantes cumplen las promesas y las gaviotas regresan adonde despertaron. La orilla profunda, del azul que atado, al ala primera sigue su rumbo , alado.
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