Caerán nuestros cuerpos , ante la aurora implacable. Su rumor de nana, tendido como azúcar . Los pájaros escriben versos en el aire, mientras el oro asalta de improvisto las calles. Si se callase el ruido , veríamos a los amantes besarse en los portales y una canción constante de lo celeste. El mundo sería otro mundo, en el instante , donde se aquieten las aguas, del mar bravío y se observen desde la orilla, a los habitantes del horizonte , alzar banderas. Noticias del mañana. El camino de la rosa.
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