Que no se apague nunca, el fuego que sostiene las canciones. Las cobija como a un niño, entre sus manos intangibles. Su fulgor, incandila a los viajeros y hace del pecho, un lugar seguro . Un hogar pequeño, donde mecer nuestros sueños, otros fuegos. Así gira el girasol de su voz, siempre hacia la luz, donde naufragan, las playas de los marineros, que zarparon , pensando en llegar , más entonces descubrieron , la amabilidad del océano , el camino trazado, siempre nuevo , el horizonte siempre una pregunta. Más que llegar , navegar es candela.
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