viernes, 28 de noviembre de 2008

La memoria de los Pueblos

La memoria de los Pueblos ,
es una mujer siempre en la hora,
donde la amapola,
quiere llorar.
A algunos les quiebra el paso,
pero éstos,
necios por lo astillado,
fruncen el ceño ,
pegan los párpados.
Doblan la esquina,
tallada de abismos,
dejan su humo ,
en las ruinas del instante,
en las piedras del olvido.


Pero mientras ,
haya quien cante,
su voz quebradiza,
será color y eco,
en la canción
salvada del ocaso,
que guarda ,
un pañuelo acurrucado
de quienes
la buscan...la buscan,
como quien busca,
un corazón desconocido,
en el polvo de preguntas,
de la esquina del abismo.

Y cuando su rostro herrumbrado,
aparece en la avenida de los desesperados,
Le quitan el velo, le extienden las manos,
esas que se esconden en las manos.
Con ojos de luna, se inclinan y preguntan
¿Qué le pasa? ¿ por qué llora? ¿ qué le asusta?

Y ya en la esquina ,
del rayo que todo lo ciega,
rompen juntos la aurora ,
victorean contra la tristeza ,
y su hora de amapola ,
y ella , sólo por hoy,

no se sentirá ,
sola.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Cabe un planeta en mi pecho


Tu halo hace blancas mis palomas,
y no hay más, que esta hora,

de la brisa evaporándose,
desde la herida del café.
Algún ruido que llega,
desde el mundo.
Nuestras manos juntas,
amasando este maná.
y un tango que suena,
claroscuro.
La vertiente intangible,
bajo nuestros pies de seda,
y la espuma que llega,
hasta los besos y la mesa.
Y esta hora de la caracola,
en el ritmo lento de tu cabeza
y la libélula errante en el aleteo,
de tus pestañas de humo.
La carta que llega,
desde el país del deseo.
La huida del retoño del recuerdo,
y sus verdes clandestinos del futuro.
Porque ha quedado inmóvil,
la rueda loca del mundo,
y si sucede algo allá fuera,

reiremos porque ¡no es cierto!

Sube la nube a tu cielo,
cabe un planeta en mi pecho.
Porque llevas tú, la corona,
del que nada pretende,
más que esta hora anónima,
y este pulso de incienso.

¿Por qué no echas

raíz en mi pecho?
Para que desde mi vientre asome,
la única magnolia,
que estalla y quema.
Que la savia de tu aurora,

caiga en mi ojo,

amaneciéndolo.
Cantan los besos que anidan,
en lo brillante y te nombran.

Soy forastero que silba,
paisajes de tren de ida.


Sube tu nube hasta el cielo,
cabe un planeta en mi pecho
porque llevas tú, la corona,
del que nada pretende.
más que esta hora anónima,
y este pulso de incienso


Nota : éste es el poema que más quiero y es el poema que más sabe querer.

domingo, 2 de noviembre de 2008

A quien corresponda el reflejo.

Dijiste :Tocá como si allí hubiera,
un bebé dormido ...
Pero tu niño,
juega en tu voz cuando cantas
y enciende el lucero ,
de aquella , tan tuya,
ilusión de amor.
Y aunque él voló,
encarcelado ángel,
se olvidó las alas en tu suspiro
y escuché,
por azar o descuido,
que ,
el dulce pícaro ,
se mece,
al ritmo de tu corazón.

PD: Amigo , somos lo que amamos y tu niño no se fué ... si canta en tu latido.