miércoles, 25 de enero de 2012

Un hombre alegre

Tras su paso, cae una llovizna tenue, huele a jarilla, habla dulcemente el verano. Con su carrito de madera, vende verdura, sí, choclos, que seguramente cultivó cantando. ¡Hola!- ¿me quiere comprar choclos? Sonríe. Los que aceptan reciben también un regalo, un rayo de esperanza de sus ojos azules. Se aleja, parece que navega, quién sabe qué mares, allá va, bajo su sombrero alado.

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