Le dijeron- ponte una flor de Azahar en el cabello y lo encontrarás. Así que ella se dispuso a la hermosa tarea, suavemente colocó la flor recomendada, como quien murmura una plegaria. Así radiante , incandescente salió a la calle. Buscaba desesperadamente a aquél hombre que notara, tal detalle en su pelo, pero nadie la observaba. La ciudad corría su ritmo vertiginoso, había poco tiempo para los sueños y las promesas. Decepcionada bajo las escaleras para tomar el metro y regresar a casa, sin advertir que un hombre venía caminando en dirección contraria. Por el golpe la flor cayó al suelo, benditas manos las de aquél quien se la alzó, ya las flores eran dos.
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